Galileo: Nació en Pisa en 1564. Le encantaba experimentar, llegando muchas veces a contra- decir las opiniones oficiales de su época. Por ejemplo, se consideraba que el aire no pesaba, porque no caía al suelo. Él pesó una vejiga de vaca hinchada (como si fuese un globo), la pesó de nuevo deshinchada, y comprobó que el aire pesa. Por eso, a partir de Galileo, cien- cia es sinónimo de experimentación. No acepta- ba las verdades a priori, sino que siempre su- jetaba todo a la comprobación. Comenzó a dedicarse de lleno a la as- tronomía a sus cincuenta años. Llegó a su co- nocimiento la existencia del anteojo, y llegó a perfeccionarlo hasta conseguir una mayor ni- tidez en sus imágenes. Con este nuevo instru- mento, en 1610 observa el cielo y comprueba las diferencias existentes entre las estrellas y los planetas. Así, descubrió cuatro puntos que orbi- taban en torno a Júpiter, los valles y monta- ñas de la Luna, nuevos astros, manchas solares (con lo que descubrió la rotación del Sol),... Sin embargo, se fue quedando ciego, precisamente por sus observaciones del Sol. Por supuesto, los aristotélicos le acusan de embustero. Es obligado a retractarse de sus afirmaciones, y posteriormente condenado a prisión indefinida. Descartes: Nació en Francia en 1596. Fue otro ejemplo de hombre del Renacimiento. Le gustaba estudiar teología, lógica. filosofía,...Su pa- dre le dejó al morir una buena herencia, que le permitió dedicarse al estudio sin preocu- parse por el mañana. Fue a Flandes, porque en Holanda se hallaban los estudios científicos más desarro- llados de aquella época. Sin embargo, tenía gran confianza en su talento, lo que le llevó a ignorar tratados de otros científicos, como Képler... Así, él solo, elaboró el “Tratado del Mundo”, en el que trataba tanto de astro- nomía, como de anatomía, y otros temas de la Naturaleza. Lo cierto es que no lo pudo editar, por culpa de la Inquisición. Se enteró de los problemas que estaba teniendo Galileo, y como él también postulaba que el Sol no se movía, decidió no publicarlo. Descartes desarrolló la teoría de los torbellinos, según la cual, cada planeta se encuentra en el centro de un torbellino, in- merso en un fluido espacial. Es esta acción del torbellino la que da al planeta el movi- miento de rotación. Así, explicaba por qué se mueven todos los planetas en un mismo sentido alrededor del Sol, con mayor velocidad los más cercanos. Sin embargo, esta hipótesis no podía desarrollarse matemáticamente, por lo que no podía ser sometida a pruebas de contraste.