Los asirios y los babilonios descu- brieron entre esas estrellas que giraban a cinco que se movían de una forma particular, diferente. Así; junto con el Sol y la Luna; Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno pa- saron a ser sus siete principales dioses, a los que dedicaron los días de la semana. Fueron también los babilonios los que observaron las constelaciones que aparecían antes del amanecer, llegando a establecer lo que actualmente conocemos como el “Zodíaco” (aunque, lógicamente, ellos no designaban a las constelaciones con el nombre latino). La expansión de la astronomía estaba también muy relacionada con el interés de los gobernantes por conocer el futuro, por lo que hasta hace muy poco tiempo la astronomía ha ido de la mano de la astrología. Para explicar las cosas que no enten- dían, los babilonios crearon los “mitos”. Así, concebían al Universo formado por una Tierra en forma de disco, flotando en el agua, y pro- tegida por un casquete semiesférico de bronce del que colgaban las estrellas, sobre el cual había más agua. Entre las herramientas de las que se valían los sacerdotes babilónicos para reali- zar sus observaciones se encontraban el gnomon la clepsidra y el polos. El gnomon era una varilla clavada ver- ticalmente en la tierra, mediante cuya sombra señalaban el curso del Sol, y determinaban también el mediodía (cuando ésta se hacía más corta). Lógicamente, la precisión de este ins- trumento era bastante escasa. La clepsidra, era un instrumento de origen egipcio, que se empleó hasta el siglo XVII. Servía para señalar períodos de tiempo de acuerdo con el goteo de una determinada cantidad de agua. Como un cronómetro auto- mático. El polos era una semiesfera hueca que representaba la bóveda celeste invertida. En el centro se ponía una bola, cuya sombra seña- laba la posición del sol en el cielo. Con gra- duar la semiesfera bastaba para conseguir las posiciones exactas del sol en cada momento. De la observación del cielo surgieron nuevos y decisivos conocimientos. En el año 500 a. C. se llegó a descubrir la periodicidad de los eclipses.